Día de Muertos en Michoacán

Día de Muertos en Michoacán

En el 2019, pasamos el Día de Muertos en el estado de Michoacán. Aunque llegamos el 2 de noviembre, fue una experiencia mágica con ponche, flores y muchas carnitas. ¡Les cuento cómo se pone!

Antes de todo, voy a explicar un poco que es Día de Muertos para quienes me leen y no son mexas. Siendo extranjera, yo no conocía esta antigua tradición, pero me encantó descubrirla.

El propósito de esta celebración es recordar a aquellos que se fueron y que están ahora en el más allá. Un elemento central del Día de Muertos es el altar. Se puede hacer en casa con la foto del difunto, incienso, comidas que le gustaban, flores y velas. Algunas personas hacen altares de siete pisos, que representan las siete reencarnaciones para mejorar como personas. Un elemento imprescindible en la decoración es el papel picado. Se trata de delicadas tiras de papel de colores con diferentes diseños: esqueletos, catrinas, panes de muertos… Están colgadas literalmente por todas partes.

Las tumbas del panteón (cementerio) también se adornan con flores de cempasúchil y velas. En los pueblos, abren las puertas de las casas y la gente puede venir a visitar al difunto en el altar. Se ofrece algo de comer y tomar. Es una oportunidad para recibir, conocer y recordar a las personas que amamos y que ya no están con nosotros. Me gusta mucho, porque no es un evento empapado de todo el drama de un funeral. Es un ambiente festivo y feliz. La idea no es deprimirse por la pérdida de alguien: es recordarlo con alegría.

Una tumba adornada con flores de cempasúchil y velas


¿Porqué Michoacán?


Tengo entendido que dos de los lugares más reconocidos para pasar Día de Muertos en México son los estados de Oaxaca y Michoacán.

Como la mayoría de las festividades caían entre semanas en el 2019, solo pudimos pasar el sábado 2 de noviembre en Michoacán. Así que el sábado, salimos temprano de la Ciudad de México para ir a Morelia, la capital michoacana. Si viajan de la CDMX, les recomiendo desayunar en La Marquesa. Cualquier lugar para comer ahí es una delicia. ¡Pueden pedir tacos de chorizo verde, enchiladas con cecina, sopa azteca, queso fundido con huitlacoche, huevos con chorizo verde, café de olla y mucho más! 

Algunos dicen que Michoacán es peligroso, pero nuestros roomies de allá (¡hola Fran, Fer y Ángel!) nos contaron que la zona fea está más al sur. Por Morelia no pasa nada, solo es cuestión de tener las precauciones normales.

Desde la CDMX, son 3h30 de camino en carro. Alquilamos un AirBnb en una zona segura llamada Altozano. De una les digo que Día de Muertos en Michoacán nos encantó. ¡La decoración es espectacular y la comida es deliciosa!

Queso fundido con huitlacoche en La Marquesa
Literal cualquier local es sabroso ahí


Isla Janitzio en el lago de Pátzcuaro


El lago de Pátzcuaro es muy famoso en Día de Muertos, en especial una de sus cinco islas llamada Janitzio. La superficie de agua es grande, me recordó un poco el Lago Atitlán de Guatemala.

El pueblo de Pátzcuaro, en el borde del lago del mismo nombre, está a una hora de Morelia en carro. Llegamos a las 5h30pm al pueblo y conseguimos puesto para en el carro en un estacionamiento super mega apretado. Menos mal que Arón maneja muy bien, porque yo lo hubiera rayado todo!

De ahí agarramos un taxi hasta el lago. Nos dejaron en los embarcaderos y probamos los «charales» fritos con salsa Valentina (una salsa picante de México). Los charales son unos pescaditos super chiquitos de la zona. Te los dan enteros con los ojos y todo, ¡es bien rico!

Lanchas para ir a la Isla Janitzio
La puesta del sol me pareció hermosa

El ticket para la lancha ida y vuelta a la Isla Janitzio cuesta 70 pesos (4.66 CAD$) por persona. ¡Hay que calcular una buena media hora para llegar! Una vez en la isla, vimos que habían voladores de Papantla del estado de Veracruz. Son artistas muy famosos: se cuelgan de un palo alto y se tiran al aire bailando, ¡pareciera que están volando! Normalmente siempre les compramos vainilla, ya que la vainilla es un producto típico de Veracruz. Pero cuando fuimos a verlos, resulta que no tenían vainas, ¡solo concentrado! 

Eso se nos hizo muy raro y les preguntamos porque. Nos contaron que por las sequías de este año, ahora hay escasez de vainilla y que el kilo de vainas subió muchísimo. ¡Dicen que ahora cuesta 15 000 pesos (como 1000 CAD$)! Es super caro! La vaina que en la capital se vendía 50 pesos (3.33 CAD$) ahora vale 200 (13.33 CAD$). ¡Nos contaron también que se roban la vainilla de los campos y que hasta hay casos de secuestros como ahora vale mucho dinero! ¡Que loco!

Después de esta mini aventura, decidimos pasear por la Isla Janitzio. La verdad es que es chiquita y muy (demasiado) turística. Caminamos un poco por las calles estrechas y subimos hasta el panteón ubicado por la mitad de la montaña. Había tanta, pero tanta gente que apenas se podía caminar. Pero también debo decir que las tumbas estaban muy bonitas, decoradas con muchísimas flores naranjas de cempasúchil. La palabra «cempasúchil» viene del náhuatl y significa «flor de veinte pétalos». Cómo te lo comentaba previamente, se las echan a las tumbas junto con las velas y la comida que le gustaba al difunto.

Total que le dimos otra vueltita más a la isla, tomamos ponche con caña de azúcar y nos regresamos al pueblo de Pátzcuaro en lancha. Me encanta el ponche. También me gustó ver la isla, pero no se si volvería. Es demasiado turístico para mi gusto. Igual me comentaron que fuimos tarde, que lo más bonito es la procesión tradicional del 1 de noviembre. Pero bueno, este año no pudimos acudir porque trabajábamos entre semana. ¿Quizás en un futuro se de la oportunidad? ¡Espero que si!

La Isla de Janitzio a lo lejos
Así se ve el panteón… ¡Disculpen la foto borrosa, pero al menos les da una idea!
Les recomiendo tomar delicioso ponche


El pueblo de Pátzcuaro


Una vez de regreso al pueblo de Pátzcuaro, nos fuimos a la plaza del centro a cenar. Ya eran las 8pm. Cómo varias personas nos recomendaron las enchiladas, ¡eso buscamos y finalmente las conseguimos! Fue muy cómico, porque el chico que atendía el puesto era… ¡el mismo que nos atendió en el estacionamiento!

Total que yo pedí el pozole, porque tenía ganas de un caldito caliente y nunca había comido el pozole rojo. Solo había probado el blanco y el verde. Creo que mis favoritos, en orden de preferencia, son primero el blanco, luego el rojo y finalmente el verde. 

Algo chistoso que nos pasó mientras comíamos es que frente a nosotros estaban sentadas cuatro abuelitas. Pero literal, eran señoras de 85 años. Dicen que se van siempre de viaje juntas en camión y que pasean por todos lados «porque todavía tienen la energía para hacerlo». ¡Wow! ¡Eran de Guadalajara y tenían unos cuentos bien locos de andar con los mariachis de madrugada tomándose unos traguitos! Fueron una excelente compañía la verdad, me inspiraron mucho a seguir viajando aún cuando sea una abuelita. Ya me imagino escribiendo mi blog de viejita y tomando fotos borrosas, ¡jajaja!

Después de comer, caminamos un poco por las plazas centrales de Pátzcuaro, en donde ponen una ofrendas super bonitas y hay música en vivo. Pasamos rápido porque el estacionamiento ya iba a cerrar, pero si me quedé con ganas de bailar. ¡Fíjense que me gustó más el pueblo de Pátzcuaro que la isla de Janitzio!


Panteones cómo los de Coco


Llevábamos como una media hora rodando para regresarnos a Morelia, ¡cuando de repente vimos unas luces en el borde de la carretera! ¡Era un panteón como en la película de Coco! ¡Wow! ¡Arón se dio media vuelta y nos paramos a explorar!

La verdad fue una belleza total, ¡definitivamente en el top #5 de cosas mas hermosas que he visto en mi vida! ¡No tenía nada que envidiarle a Coco! ¡Fue increíble!

Habían otros carros parados y gente en el panteón, pero el ambiente era tranquilo y alegre. Nada de ir a llorar al cementerio cómo se los contaba antes, ¡jajaja! Absolutamente todas las tumbas estaban cubierta de pétalos o flores de cempasúchil, de velas, de flores, de cosas que le gustaban al difunto… Muy, muy bonito. Se notaba que era un cementerio humilde, porque muy pocas tumbas tenían lápidas, pero les aseguro que todas estaban muy bien cuidadas y decoradas. 

¡Aquí les va un dato curioso del Día de Muertos! Normalmente, de la noche del 1 al 2 de noviembre, los familiares van a pasar la noche ahí y a comer en la tumba del difunto (porque dicen que los muertos llegan en la madrugada, entonces comen «juntos»). ¿Pero sabías que las celebraciones empiezan desde el 28 de octubre? Cada día se dedica a muertos diferentes:

  • 28 de octubre: para quienes murieron de forma violenta
  • 29 de octubre: para quienes murieron ahogados
  • 30 de octubre: para las almas solitarias u olvidadas
  • 31 de octubre: para los niños en el limbo
  • 1 de noviembre: para los fallecidos en la infancia
  • 2 de noviembre: para los adultos fallecidos

¡Total que nos fuimos a dormir muy felices! ¡En verdad que fue increíble poder ver el panteón decorado de noche para la ocasión!


Carnitas de Quiroga


El domingo 3 de noviembre, despertamos y nos fuimos al pueblo de Quiroga (recomendado por nuestros roomies). Las «carnitas», que son unas de las comidas favoritas de Arón, son originarias de ahí. ¡Miam!

Las carnitas consisten en carne de cerdo frita en su manteca. Pueden traer diferentes ingredientes para la sazón, pero en Quiroga se les echa simplemente sal. Se cocinan en ollas enormes y se comen en tacos.

Cómo el pueblo también esta en el borde del Lago de Pátzcuaro, igual nos tardamos una hora de camino desde Morelia. Llegamos al mediodía y caminamos en la plaza del centro, donde se ponen todos los puestos de carnitas. ¡Huele divino! La señora del estacionamiento nos recomendó un puesto, las «Carnitas Ayala», pero cuando llegamos no las conseguimos. Supongo que ya habían vendido todo. 

Me gusta cuando hay varios puestos de comida, porque puedes ir caminando y te dan tacos de prueba gratis para saborear. Así nos comimos dos taquitos y decidimos comprar un medio kilo de carnitas con tortillas, salsa, frijoles y guacamole por 180 pesos (12 CAD$). Nos dieron una mesa para sentarnos y disfrutamos muchísimo nuestro almuerzo. Si algún día les da chance ir a Quiroga a comer carnitas, ¡vayan! Eso si, no es apto para veganos, ¡jajaja! 

Para bajar la comida, caminamos un poco por la plaza, en donde también habían puesto una ofrenda bonita. Vimos las artesanías un poco y nos fuimos.

¡Vean esta delicia!
Cómo dice Arón, el sabor está en la grasita
Toda la calle principal está llena de carnitas
Los diferentes puestos dan pruebas de sus productos
El kiosco del pueblo también estaba decorado


Tzintzuntzan, mundo de paja


Después de Quiroga, decidimos ir a otro pueblo recomendado por nuestros roomies: Tzintzuntzan (que significa «el lugar de los colibris»). 

Nos tardamos media hora en llegar al pueblo como igual está ubicado en el borde del lago de Pátzcuaro. Todo estaba muy decorado para Día de Muertos y nos encantó. La especialidad del lugar son las artesanías de paja tejida y hacen cosas realmente espectaculares. Yo que sé tejer un poco, me impresionó la complejidad de sus artesanías.

Visitamos el panteón del pueblo. Como llovió mucho en la noche del 1 al 2, todo el piso estaba muy lodoso. ¡Nos contaron que la lluvia cayó tan duro que tuvieron que quitar ciertas ofrendas e irse!

Después de ver las artesanías de paja, decidimos ir a la zona arqueológica de Tzintzuntzan. Está literal a 500 metros del pueblo y, como era un domingo, la entrada era gratis. Me gustó mucho. Obviamente no es tan impresionante como Teotihuacán, pero es especial porque las ruinas de acá son redondas. La cultura que vivía ahí se llamaban los «purépechas». 

Tienen dos teoría para explicar la caída del imperio purépecha. Una es que hubo una sequía que los obligó a irse. Otra es que, con la llegada de los españoles, muchos se fueron a las nuevas ciudades. Lo que se sabe con certeza es que el jefe de los purépechas fue asesinado por los españoles en la Conquista y que esto contribuyó a la caída de su imperio. 

Nos gustó mucho Tzintzuntzan, sin duda se los recomiendo.

Un sinfín de artesanías de paja
¡Los sopletes de paja para prender fogatas ahí son GENIALES!
La entrada del panteón
Me quedo con la palabra «paz» en esta foto
Amo, pero amo las flores de cempasúchil
¡A las abejas también les encantan las calaveritas de azúcar!


Morelia, capital de Michoacán


En la noche, decidimos pasear por el centro de Morelia. La ciudad es conocida por diversas cosas, incluyendo el famoso Festival Internacional de Cine de Morelia. Visitamos el mercado de artesanías y le compre a Arón las calaveritas de azúcar que tanto le gustan. Hablando de estas, se consiguen sólo en octubre y se comen o se ponen en el altar como ofrenda. Mi novio siempre dice que después de que pasa la noche y que los muertos vienen a visitarlos, ya no saben igual.

Luego, fuimos a la plaza del centro y vimos la catedral. ¡Es gigantesca! Comimos unos esquites especiales de Morelia. Los esquites son los granos del maíz que se hierven y se sirven con sal, mayonesa, queso, chile y limón. Pero comimos unos «especiales», ¡porque además traían tortilla frita y una gran selección de salsa! ¡Nos gustaron mucho! Los que comimos se pueden encontrar en la Cerrada de San Agustín. 

El lunes 4 de noviembre, despertamos y nos fuimos a desayunar en el centro de Morelia. Ya estaban desmontando todas las ofrendas y los monumentos de cempasúchil. Decidimos desayunar a dos cuadras de la Cerrada de San Agustín y probar un poco de todo. Primero fuimos por unos deliciosos tacos de birria. Me encantan las tortillas de Michoacán, son muy suaves. También estaban sabrosos el consommé y el agua de ciruela (¡traía las pepas!). Luego, comimos unas quesadillas de pollo verde y terminamos con… ¡tacos de cabeza!

¡Si, si, tacos de cabeza!

Tienen un gusto un poco diferente de la maciza (carne seca que no tiene grasa), pero es más rico de lo que pensé. Si lo recomendaría. El consommé de cabeza también era rico y muy barato.

Luego caminamos un rato más en Morelia. Antes de irnos, probamos una paletas (popsicles) rellenas de zarzamora con lechera y de coco con piña. A la una, nos fuimos de Morelia para llegar a buena hora a la CDMX. Recuerda que son unas tres horas y media de carretera.

Concurso de calaveras en Morelia
¡Que rico se come en Michoacán!


¡Quiero volver pronto!


Cómo puedes ver, nos la pasamos increíble en nuestro Día de Muertos en Michoacán. Creo que faltaron mil cosas por ver, entonces sin duda está en mis planes regresar. Me gustaría visitar otro pueblos mágicos y probar más delicias. Todas las personas michoacanas que conozco cocinan divino (estoy pensando aquí en particular en mis amigos Fer & Fran).

Si está en tus planes viajar a México, intenta que coincida con las fechas de Día de Muertos (28 de octubre al 2 de noviembre). Es una tradición mágica en todos sentidos e ilustra muy bien el sincretismo de la religión católica y de los rituales «paganos». El altar es una interesante mezcla de imágenes de la Virgen María, signos de la cruz y creencias prehispánicas del más allá. Me parece un excelente ejemplo de la integración de diferentes sistemas de creencias que han logrado convivir en paz.

Para concluir, cómo bien lo dice Arón: «lo único seguro que tenemos en la vida, es la muerte». ¡Así que a aprovecharla (la vida obvio, jajaja)!

Para más consejos sobre qué hacer en México, puedes descubrir el Estado de Hidalgo o el mágico pueblo de Zacatlán de las Manzanas.



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